El Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) deja una Bolivia con una profunda deuda social, una crisis energética, así como una deuda externa alta. El país necesita reconstruir el tejido social, garantizar derechos y proteger a quienes más lo necesitan. La inflación afectó a familias vulnerables, porque los precios de los productos se han vuelto caros y la pobreza aumentó, ya que la ciudadanía no puede cubrir sus necesidades ante la pérdida del poder adquisitivo de la moneda boliviana.
El país enfrenta una crisis energética, es decir falta de combustible, a esto hay que sumar la falta de divisas y la volatilidad del dólar estadounidense en el mercado paralelo, que provocó un alza de productos nacionales e importados en más del 100%.
La Fundación Jubileo sostiene que Bolivia enfrenta una profunda deuda social, ya que un 36% de la población vive en pobreza moderada y casi 12% en pobreza extrema, que golpea más a mujeres, jóvenes y pueblos indígenas.
En su momento, los economistas señalaron que, debido a la devaluación del boliviano frente al dólar, la pérdida del poder adquisitivo y los precios altos de productos de la canasta familiar, una buena parte de la población volvió a la pobreza porque no pueden cubrir sus necesidades.
Informalidad
Asimismo, el 85% de la población ocupada trabaja en la informalidad. “Nuestro país está a la cabeza del ranking de empleo informal, según datos la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”, señala la entidad.
Explica que eso implica falta de acceso a seguridad social, pensiones y seguro de salud. La mayoría de los trabajadores no tienen garantías para un salario mínimo ni horarios ni estabilidad laboral. Una prueba de ello se puede ver en el crecimiento de mercados barriales o números de vendedoras en las calles y avenidas en el país.
“La pobreza se reproduce de generación tras generación, especialmente, en jóvenes, mujeres y migrantes rurales”, puntualizó Jubileo.
Salud
En el caso de la salud, los medios de comunicación reportan las filas que hacen los asegurados y no asegurados en las clínicas para acceder a una ficha de atención, mientras que las especialidades fijan la cita con un período de 30 días.
En ese sentido, la entidad afirma que la salud pública está colapsada. Solo 3 de cada 10 acceden a la seguridad social, mientras el resto depende de un sistema frágil; la mortalidad materna, adultos con sobrepeso por mala alimentación y diabetes, son los casos más comunes.
Esperanza de vida
Por otra parte, en el caso de la esperanza de vida en Bolivia es menor a 69 años, uno de los más bajos de la región. La mayoría de los países muestran un promedio por encima de los 75 años, inclusive algunos llegan a los 83.
Para el docente e investigador de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Lucio Tito, ese panorama obedece a una mala alimentación de la población y más consumo de comida chatarra, que se registra en los últimos años.
Educación
En el caso de la educación, el gasto público apenas pasa el 8% del Producto Interno Bruto (PIB). Más del 90% accede a primaria y cerca del 80% cursa secundaria. El 95% sabe leer y escribir, pero sólo la mitad aprueba evaluaciones curriculares. En matemáticas, sólo 3 de cada 100 estudiantes rinden la prueba, indicó la Fundación Milenio.
La baja calidad educativa dificulta la formación de capital humano calificado, lo que a su vez afecta la productividad laboral y la competitividad nacional, con un impacto negativo en el desarrollo económico y social del país.
En los últimos 20 años se descuidó la formación de capital humano, a pesar de la infraestructura que se brindó. En su momento, el pedagogo Iván Unzueta subrayó que la falta de metodología en las aulas sería una de las causas de la baja calidad.
Los profesores no se prepararán frente a los nuevos retos que cada año se va sumando en la educación. Un ejemplo claro fue lo que sucedió en la pandemia, pese a contar con laptops los docentes, no podían usar, y tuvieron que pasar cursos para saber usarlo y dictar clases online.
Jubileo sostiene que más de 700.000 niños y niñas trabajan en Bolivia, lo que afecta a la economía del país. Finalmente, la violencia hacia niños, niñas, mujeres e indígenas se fue agravando en los últimos años, e ingresó a una crisis estructural en la protección a grupos débiles. Por ello, Bolivia debe reconstruir su tejido social para garantizar los derechos de estos grupos sociales.
Presupuesto
Frente a ese contexto, se debe contar con recursos y profesionales del área para empezar a cambiar la situación social del país. También será importante el Presupuesto General del Estado (PGE) para el 2026.
Sin embargo, el analista económico Gonzalo Chávez alerta que podría haber dificultades al respecto, al explicar que, en el período de espera para la transición de gobierno, fijado para noviembre, se elabora el PGE 2026 y se aprueba, cuyo documento determina qué hacer y no hacer.
Al hacer aprobar en la Asamblea o por fuerza de ley, ante los problemas en el Legislativo, el gobierno saliente dejaría una “camisa de fuerza” para la siguiente administración del Gobierno, reflexionó.
Chávez sugiere que se debe presionar a los políticos para que pacten entre autoridades salientes y entrantes, y ponerse de acuerdo sobre el PGE 2026, que sea razonable y con algunas medidas para encarar la actual situación económica del país y no ser “un cuello de botella”.
Además, agregó que se puede modificar el presupuesto, pero que tomará tiempo y la situación amerita tomar acciones en el corto plazo.
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