En un conversatorio entre Victorio Oxilia Dávalos, exsecretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) y profesor de la Universidad Nacional de Asunción/Paraguay, con Boris Santos Gómez Úzqueda, consultor y expresidente de varias compañías eléctricas en Bolivia, hicieron un “mano a mano” para compartir ideas sobre energía y su impacto en la economía de Latinoamérica, y en primera instancia brindan 8 claves en los que se debe trabajar para alcanzar el objetivo: una transición energética.
Ambos renombrados profesionales, coincidieron en mencionar que la energía para América Latina será vital para su economía y avanzar hacia la transición verde será un paso importante para asegurar la producción y la oferta para la población.
Bolivia enfrenta por el momento un riesgo de oferta de energía por la caída de la producción de gas natural. La oferta de electricidad viene en un 70%, aproximadamente, de las termoeléctricas que usan el energético y el resto de energía alternativa.
Al ingreso del período de Luis Arce, la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) anunciaba una nueva construcción de una termoeléctrica, pero quedó en el olvido, ante la caída de la producción de gas natural, que a la fecha se estima que está en 28 millones de metros cúbicos día (MMmcd).
Propuestas
Frente a ese panorama poco alentador para Bolivia, los especialistas plantean ocho claves, no sólo para el país, sino para la región, para cubrir la demanda de electricidad en el mercado regional.
Sostienen que la transición hacia energías renovables es vital, a través del incremento de la participación de fuentes renovables (solar, eólica, hidroeléctrica) en la matriz energética para alcanzar metas de descarbonización, como el objetivo de 80% de generación renovable para 2030 en la región.
A eso se suma la eficiencia energética, que implica implementar políticas y tecnologías para reducir el consumo energético en sectores como transporte, industria y edificaciones, optimizando el uso de recursos.
Establecen que se debe avanzar en la electromovilidad, promoviendo la adopción de vehículos eléctricos, especialmente en el transporte público, con países como Chile, Brasil y México, liderando con flotas de autobuses eléctricos.
Asimismo, la propuesta va también por la integración energética regional, es decir, fomentar interconexiones eléctricas como Siepac, Sinea y Siesur para compartir energía entre países, mejorar la seguridad energética y gestionar picos de demanda. La Comunidad Andina de Naciones (CAN) estaba por este camino, pero se quedó en el trayecto, sólo algunos proyectos se ejecutaron y otros quedaron a medias.
Plantean el desarrollo de tecnologías emergentes como el hidrógeno verde para descarbonizar sectores industriales y diversificar la matriz energética; almacenamiento de energía con la implementación de sistemas de baterías y otras soluciones de almacenamiento para integrar fuentes renovables variables y garantizar estabilidad en la red.
Para avanzar en las propuestas, los marcos regulatorios son importantes para incentivar la inversión en diferentes áreas, y ello va de la mano de la modernización de las regulaciones para atraer inversión privada en energías renovables y facilitar la adopción de tecnologías limpias.
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