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El "Gran Chaco" se enfrenta a retos medioambientales y socioeconómicos extremos

MEDIOAMBIENTE
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El Gran Chaco Americano, el bosque subtropical seco más grande del mundo y el segundo bioma más extenso de América del Sur después de la Amazonía, enfrenta los desafíos ambientales y socioeconómicos extremos, impulsados por la movilidad humana que amenazan la seguridad alimentaria de más de nueve millones de habitantes y los fenómenos naturales más devastadores.

Ésta vasta región, que se extiende por más de 1.1 millones de kilómetros cuadrados en Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, enfrenta desafíos ambientales y socioeconómicos extremos impulsados por la movilidad humana que amenazan la seguridad alimentaria de sus más de nueve millones de habitantes.

La sequía es uno de los fenómenos más devastadores el de “La Niña” (2020 – 2021- 2022) el más intenso en 80 años, que generó una preocupante situación humanitaria, afectando la seguridad alimentaria y los medios de vida de las poblaciones.

También la falta de agua y la alteración de los patrones de precipitación (lluvias intensas en cortos periodos, o fuera de temporada), impactan directamente a la agricultura, la ganadería y la pesca artesanal.

A la sequía se suma una de las tasas de deforestación más altas de la región. Desde 1985, el 20% de sus bosques se ha perdido, principalmente por la expansión de la frontera agrícola (soja en Argentina) y ganadera (Paraguay y Bolivia), así como por la explotación forestal y la producción de leña para su transformación en carbón vegetal.

“La deforestación que presenta la región provoca una grave pérdida de biodiversidad, erosión del suelo y contaminación del agua por el uso de plaguicidas y agroquímicos.

Los incendios, a menudo incontrolados, también son una causa importante de deforestación y afectan gravemente los medios de vida de las comunidades” afirma Marcela Zamora, bióloga y responsable de Chaco de NATIVA y referente de Redes Chaco en Bolivia.

El Gran Chaco Americano se ve impactado por megaproyectos de «desarrollo» como grandes represas, canales de irrigación, y la construcción de infraestructura (carreteras, como la ruta bioceánica), generando impactos socioambientales negativos, incluyendo el despojo y la expulsión de poblaciones locales, especialmente indígenas.

La contaminación del agua por la explotación petrolera también es una preocupación latente.

“Hay que ver y hay que analizar las consecuencias que llevará esto a nuestros hijos para que puedan seguir defendiendo nuestro chaco. Tenemos que fortalecer cada país, a los pueblos y organizaciones, a nuestras mujeres y jóvenes” menciona Crecencio Cáceres, líder indígena del Consejo de Pueblos Indígenas del Chaco Paraguayo.

Por otro lado, la movilidad humana ha sido una constante histórica en el Gran Chaco, con pueblos indígenas seminómadas que se movían en armonía con el territorio.

La precariedad económica, las deudas por la pérdida de cultivos y la limitada respuesta gubernamental empujan a familias enteras a buscar nuevas oportunidades en zonas urbanas o incluso cruzando fronteras.

Una de las personas entrevistadas en San Pedro de Jujuy (Argentina) relató cómo las familias han tenido que cambiar sus actividades productivas e incluso migrar ante la imposibilidad de continuar con la siembra debido a la falta de agua.

A eso se suma la privatización de las tierras que restringe la movilidad de las poblaciones. “A pesar de las adversidades, las comunidades chaqueñas demuestran una notable resiliencia, buscando maneras de adaptarse.

Algunos productores en Bolivia han recurrido a tecnologías como el riego por goteo para asegurar sus cultivos frente a la sequía con tajamares y cosecha de agua de lluvia”, menciona Marcelo Gonzales, referente ganadero en Villa Montes.

Cada año el 17 de junio se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía para fomentar la conciencia pública sobre estas problemáticas.

 

 

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